Viajando entre la luz, nos cegamos al ver entre penumbra, sólo el sonido de una melodía es capaz de guiarnos hasta el centro de nosotros mismos, sin ánimo de pretender nuestra existencia y precisa en ese instante, ella se manifiesta... El dolor que escapa a la mirada ciega de quien quemó sus ojos por no ver, no verá más de lo que su alma le transmita, pues es el alma voz silenciosa del ser que siente, piensa y enloquece, alejado de las sabanas envueltas por el sexo, el amor y la vida. Sabanas que albergan pertenencias de amantes entregados, que fieles guardan secretos indecibles, pasiones y presagios... Y ¡ como duele! el peso de unos labios que atesoran los besos no entregados, los besos pasados, los besos deseados... Cuanto dolor hay en los labios, que privan de palabras a nuestro corazón...
No puede mutilarse el vuelo del ave cuando migra, del mismo modo que no deja de amar aquél que ama.
No debe violarse el silencio elegido cuando no existe poema ni palabra que pueda superar a la belleza.
No quiere persuadir el oído, aquello que arde dentro, pura llama que aviva los misterios, desconoce el destino y genera magia...
No osaré privar a mi añoranza, de evadirse, ni de manifestarse mientras perdure el sueño en la mañana. Del mismo modo que no cesará la melodía, mientras sobreviva, profunda la esperanza... Y es difícil dibujar el infinito, desconociendo su olor, color y danza...
Sólo existe una partícula minúscula, capaz de descifrarlo ...
Y esa partícula, lo es todo mientras se aleja de ser apenas nada...