Llueve sobre un lago, todo está borroso y detrás, sigilosamente, el trueno. Largas cintas sueltas deshilachan las rocas más duras mientras el agua está lisa como una virgen. Yo paseo una pena de varios siglos notando el aire vivo sin viento sobre mi cara.
No hay nadie en este país. Todo es aquí pérdida, fantasmas, ausencia después de la muerte. Ni siquiera existe esa pena de la que hablé. Una vez más se trata de lograr que el terrible conflicto no mate al poeta.
No hay nadie en este país. Todo es aquí pérdida, fantasmas, ausencia después de la muerte. Ni siquiera existe esa pena de la que hablé. Una vez más se trata de lograr que el terrible conflicto no mate al poeta.
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