Miradas afiladas, que aún tatúan el corazón y el alma...
Ahora no las veo, como siempre las siento.
Las pequeñas incisiones y la sangre, reafirman su existencia.
¿ Que fue del nosotros que nunca hubo?
Las miradas que te envío, ya no respiran.
Quedaron asfixiadas en el momento que te mostraste como no te conocía
¿ Por qué emprenderse en un sueño que acaso sólo yo soñaba?, no debiste darle de comer, pues se hizo grande. Y resistente.
Duro y aparentemente insensible, cómo la superficie que recubre mi piel, sobre la cual, resbala únicamente el rocío de la mañana, en silencio. Mientras se escucha únicamente el lejano susurro de tu voz, entre las cuatro paredes que me acunan. Es el momento en que presiento que te vas y cuando vuelves, con la única certeza de que al menos unas horas, sin querer, seguimos compartiendo un tejado amarillo. Provisto de sirenas y timbres esperados. Al menos eso, seguimos compartiendo... por unas horas.
Cada vez me cuesta más. Cada vez, me entiendo menos.
Feliz y desprovista de unas alas prestadas, ahora poseo las mías propias.
Son de nube, para que no puedan romperse aunque puedan transformarse. Para que puedan desaparecer a menester, a sabiendas de que en el infinito cielo, siguen siendo.
Son de nube. No entienden de miradas afiladas, pues siguen emitiendo, miradas de nube.
Convertida a última comensal, eso me encanta...
Me alimento tan sólo de tu prestada presencia. Quedé saciada. No tengo más hambre...
No hará siquiera falta que me sirvas, aunque te agradezco. Puede que después de andar amando y ciega ni eso merezca...
Aunque no importe... Quizás si importe.
Las alas de nube, ya no miran. Por no decaer antes de iniciar el vuelo y siguen viendo...
Pueden ser transparentes, como el amor. Pasar desapercibidas.
Sólo el que las tiene, puede comprender.
Sólo el que las tiene, puede comprender.
Para que no olvides, son alas ligeras, etéreas. Como el aroma que las envuelve...
Se acaba el sueño...
¿ Qué es esto que acaricia mis hombros...?
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