Era una niña diferente.
Aún siendo pequeña, le gustaba enfrentarse a grandes miedos. Para ella la vida, constituía un inmenso reto en movimiento donde poder aprender cada día.
Su madre, desde que ella recordaba e incluso, desde mucho antes, la había acompañado a diario con una frase que había ido creciendo junto a ellas :
“ Si tienes miedo canta”
“ Si tienes miedo canta”
Cada vez que se enfrentaba a uno de sus miedos, presionaba sobre el play de su cerebro. Este, automáticamente, se transformaba en gramola con altavoces. Tensaba sus nervios y cuando estos alcanzaban rasgando a sus cuerdas vocales, se propagan distendiéndose hasta el precipicio de sus labios. Entonces su lengua acariciaba al paladar y este en respuesta, ofrecía la canción del momento... de su momento.
Era capaz de registrar y entonar, tantas canciones, como notas musicales junto a los acordes que inhalaba, retomando así la senda de su médula mientras esta mutaba su miedo con alegría.
Poco a poco, fue descubriéndose en tan graciosa actitud, observando que la sonrisa acompañaba a su voz.
A día de hoy, aquella niña sigue cantando,
con una diferencia...
Cielo encantado
Pentagrama de nubes
Canta y sonríe
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